Erase una vez un cipote campesino que al iniciar su pubertad descubre lo que el considera la mujer ideal y buscaba siempre la forma de verla aunque fuera de paso y se decía así mismo hoy le hablo, hoy le hablo daba vueltas y mas vueltas pero al verla la veía tan bella que no se armaba de valor para hablarle y declararle su amor, pero su emoción de siquiera verla lo hacía vibrar ese inocente corazón y como era blanco se sentía rojo y caliente por el flujo de la sangre.
Así transcurrían los días y el lo recordaba mucho y gozaba de lo que ese amor le producían, en el Metapán de esa época las casas aún de las personas mas acomodadas no existían paredes y los servicios sanitarios eran de foso se veían desde afuera, para su desgracia o su gracia un buen día la ve que entra a la letrina, este hecho le bastó para que su amor platónico bajara a la realidad, el en su inocencia pensaba que era tan bella que no debía tener necesidades fisiológicas, con esto el amor se terminó.
San se acabuche lambeme el buche.
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