Este relato es un cuento real que ocurrió en donde nací, fue en la década de los años cincuenta, hoy lo cuento porque se puede repetir cuando el sistema judicial del país se encuentra en uno de los peores momentos de su vida y no sería raro que se vea de nuevo.
En esa época los juzgados estaban dentro de la alcaldía de Santa Ana, en la segunda planta, a un señor como de 60 años el esposo de su hija la mató en un ataque de celos, siempre los abogados defensores se las ingenian para que sus clientes salgan libres con artificios legales.
El señor estaban dentro del público pero como era pobre no tenía para pagar un abogado acusador y la fiscalía tomó el cargo de la acusación, no logró demostrar que la mujer era infiel ya que los testigos titubearon durante las repreguntas, al final lo cierto lo declararon inocente, el señor derramó muchas lágrimas y se paró en la puerta del juzgado esperando que saliera el agresor, no se les ocurrió nunca lo que pasó, sacó un filoso corvo y al pasar decapitó al culpable.
El señor limpió el corvo y se presentó a ante el juez y le dijo "COMO LA JUSTICIA LO LIBERÓ YO HICE JUSTICIA CON MIS MANOS NO HAY DUDA SOY CULPABLE Y ME SOMETO A QUE SE ME JUZGUE.
Colorin colorado esta triste historia ha terminado.
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