Día de la bajada.
Era costumbre de mi familia que este día íbamos a capital y en esta ocasión fuimos invitados por la familia Martínez-Haro a almorzar con ellos, vivían en las orillas de San Salvador en esa época frente al redondel que después fue el teatro de cámaras.
Esta familia determinó que mi papá se dedicara a lotificar ya que Don Rául era su negocio y a mi papá le representó su rubro fuera de la agricultura de mucho riesgo y poca ganancia a este que produce el 100% o más comprar a 1 centavo y vender a un colón o mas si estar dependiendo de los cambios de clima.
En esta ocasión fue de las pocas veces que vi a mi papá pasado de copas ya que el solo se tomaba más de media botella sin que se le notara, lo cierto es que cantaban sin parar el bello bolero "Solamente una vez amé en la vida con la dulce solución" cada vez que la escucho lloro no por un amor de novio sino por el recuerdo de mi papá, Luis Miguel la retomó y ha sido un gran éxito.
Como no se podía ni parar a mi mamá le recomendaron el amoníaco, solo que era olido y ella se lo dió tomado por poco la asfixia.
Yo tenía 10 años decidieron que tenía que aprender a manejar para estos casos y así fue de golpe y porrazo aprendí y como no me podía dar licencia por la edad me consiguieron una cédula de identidad falsa del municipio de chalchuapa y a los 13 ya tenía licencia de conducir.
Realmente facilitó mucho ya que eso me permitió llevar el café de las fincas al beneficio, ayudar en la administración de las propiedades, lo bueno que en ese tiempo me pagaban 2 colones diarios el doble del salario mínimo, compraba lo que deseaba y comía lo que quería, mucha felicidad y saber que al trabajar se gana por eso siempre trabajé con alegría.
Colorin colorado este cuento ha terminado, me monto en un potro para que me cuenten otro.
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